Sunday, September 14, 2008

La tele (o de cómo me pongo contento de no tenerla)

Hace rato que no hacía una aparición por acá, y que no se piense que es porque no tenía qué escribir, es porque no se me había dado la oportunidad aun de sentarme frente al pc a ociar (y que se me dé esta justo antes de una prueba de procesal pareciera ser mágico).

El viernes jugamos una de esas preciadas pichangas familiares que ya se están volviendo cada vez más habituales (y qué bonito hábito el de hacer deporte con la familia, pero eso es tema para otra ocasión), y de vuelta en casa de mi tía, esta se encontraba viendo "Primer Plano". El puro hecho de que estuviera viendo eso resulta ofensivo a la mente por varios motivos, siendo importantes:

- La idea de que un conflicto entre la geisha chilena (leí su libro en una tarde de aburrimiento y no se pierden de nada si no lo han leido) y una mina argentina, todo esto provocado por (según lo que entendimos mí hermano y yo) el peso de Luli, resulte tema de interés.

- El enfoque del conflicto, que más que buscar soluciones, exhibía a las afectadas como perros de pelea, con comentarios estilo "las vamos a sentar frente a frente" reafirmados con unos divertidos "prometan que no van a irse a las manos" que me recordaron a cuando jugaba con mi perro en Iquique en el arenal del patio, lo miraba fijo y lo empujaba, y él se tiraba a las piernas con ganas de morder... quizás era la misma idea pero con seres un poquito más tontos que el Dakelito.

- El anuncio de un "escándalo de la semana" que incluyera a Daniela Campos y a un viejo que en algún momento fuera su suegro, siendo que sólo 24 horas atrás había sido 11 de septiembre y todos desayunamos ese viernes viendo el vandalismo de un montón de personas retrógradas que van y saquean a sus propios vecinos, gente que vive de un kiosco que lo pierde todo para que le roben cuánto... ¿100 lucas en mercadería?... eso es más escandaloso que Daniela Campos tirando con cualquier dinosaurio.

- Que aparezca Ballero en la tele como un referente de noticia (¡sí! ese weón que con cuea decía en un comercial que se amaba en tercera persona, lo que por cierto todavía sigue pareciéndome un acto masturbatorio psicológico) y que les preocupe con quien anda tomado de la mano, y crean que eso debiera preocuparle a alguien más que él mismo.

En fin... podría quejarme de muchas cosas, pero hay un detalle que siempre me aparece como la espina en el pescado frito, como el comentario odioso de algún fome que se cree intelectual opinando sobre algo que dudosamente le importa a alguien más que a él. Es que cuando le pregunté a mi tía por qué ver eso, me respondió con un "porque en el Mega están dando el Che Copete, y lo encuentro muy ordinario". Si bien la respuesta tiene toda la validez del mundo, tengo la mala costumbre de asimilarlo a tantas cosas de la vida diaria, en las que al final el único factor que determina la decisión yace en lo que es menos malo. No digo que todos sean intelectualoides, o que lean El Mercurio o La Nación o que puedan discutir sobre Kant o Hobbes, ni nada por el estilo, eso es para los pasados a tele y los futuros pasados a tele que hacen clases; pero hay una sola cosita que pido... no es mucho... es corazón. Es poner el corazón en lo que hacemos, el poder decidir porque creemos que es lo correcto, lo conveniente, lo que nos gusta. No quiero saber que alguien ve al Che Copete porque es menos malo que ver otras cosas, sino porque le gusta lo chucheta que es, y le gusta ver a las minas tetonas con las que aparece. Siempre existe la alternativa ruda de apretar ese botón del control remoto que es usualmente rojo y que va adornado por el tremendo mensaje "Power" (que para los que no son angloparlantes significa "poder") y no ver lo que no quieres ver. "Poder" para apagar la tele... pero ¿quién quiere el poder si no lo va a ejercer? Ya ni sé. Al final, por mi parte, creo ser feliz sin tele, porque dentro de todo no me veo obligado a decidir... somos gente frágil, con necesidades especiales, que se aterra ante la posibilidad de tener que presionar un botón de poder... hay que estar en los zapatos del que decide. Gracias a Jesúúúúúúú que no tengo que tomar esa decisión.


Chafaltrafa!
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