Tramites bucales & yo

¡¡¡Acá me encuentro hoy, reportándome dps de tanto tiempo de ausencia compares!!!! (le pone el dramatismo y énfasis para los lectores, uds. cabros de Valpo omitan que estuve ahi durante un muy buen rato) y como todo largo periodo de ausencia, tengo preparadas un par de cosas en la cabeza.

Esto me pasó allá en Antofagasta, gloriosa ciudad que es digna de albergar a mi familia y mis amigos de la infancia. Entre esos amigos encuentro al bkn del Voni (Zvonimir Zlatar Folch, mejor amigo de su reporterNO, estudiante de odontología en 4to año de la carrera en la Universidad Antofagasata, muchacho de bien, hijo de una familia acomodada), el cual sigue igual de chucheta que siempre, pero con cara de odontólogo (inevitable, como que Camilo se enoje conmigo cuando escribo usando tildes, por considerar que es una práctica de "culiao abogao" y estimar conveniente que "desactive la cagá de switch"... gestos y hábitos adquiridos con el paso de la carrera) y con todas sus maneras odontológicas por medio, tuvo que sacarse una muela. No es la gran cosa, es un procedimiento bastante simple (por más que intenten hacerlo parecer lo peor del mundo), pero acá, para efectos prácticos, lo que interesa realmente es el medio y no el resultado. El Voni, como siempre, se atendió en la clásica clínica dental que recuerdo (porque, como otras veces, lo acompañé a su trámite mortuorio), con su servicio de calidad, personalizado, todo "A-OK" (dijo el Pancho), de tal calidad la atención que me llegaron a dar ganas de tener caries o de q me saliera la muela del juicio... puro estilo. El doctor lo atendió apenas 15 minutos después del horario original al que lo citaron, extrajo la muela y todo terminó perfecto. Luego, amablemente, el doctor tratante le entregó un listado de cosas que él recomendaba hacer para cuidar mejor la operación, al mismo tiempo que le extendía una receta con anti-inflamatorios que pudieran atenuar el sufrimiento (igual terriblemente mamón el Voni, pero anda tú a saber, quizás ser odontólogo es algo así como una forma de transformarse en su propio demonio).

Ahora, por otro lado, tengo a Monicuaco (Mono, Daniel Alonso Mena Yáñez, de profesión estudiante y hermano menor del reporterNO), el cual sufrió la fractura de una muela. Al igual que mi mejor amigo, tuvo que asistir al carnicero, y ambos conservaban la misma actitud frente a este magno evento... pero insisto, esto se trata del medio, no del resultado (resultado eficiente, de todas formas). Acá comienza el calvario, porque como mi papá no está en ISAPRE, tuvo que ir a la temida AAAAAAASISTEEEEEEEENCIA PÚBLIIIICAAAAA (¡miedo puh!)... y bien fundado el miedo. Llegamos a eso de las 17:00, y pasadas aproximadamente 2 horas de espera, lo llamaron. Ingresó a una pieza bastante pobre... re mal implementada (o si quieren decirle así "equipada con lo justo y necesario") y ¡no atendía un dentista! ¡NO SEÑOR! ese hombre era un potencial homicida con licencia para escarbarte el hocico... más miedo. El Mono, neófito en la extracción de dientes propios (no puedo decir que no le ha sacado un diente a nadie... no recuerdo bien) aperró y entró a la carnicería (de ahora en adelante "box") y le pusieron la anestesia, y lo mandaron a pasear por ahí mientras esta le hacía efecto. Mientras esperábamos obtener el mentado resultado, conocimos a un punkie que se atendía usualmente en el consultorio, el cabro con suerte tenía dientes, y se notaba que era terriblemente ignorante en ese caso, porque nos dio consejos de morirse, del corte "sí, te dicen que no podís tomar copete... pero yo la hago igual y después me lavo bien los dientes" (horror, weón... así se cuida la extracción el muchacho, que de ser tomado como sujeto muestra para la información otorgada por los asistenciales, deja a las instituciones como chaleco de mono). Dentro de su buena onda, el cabro nos dijo que la atención siempre era igual, que el paciente era un trámite rápido, y que nos afirmáramos, que esto era la punta del iceberg. Pasan un par de minutos más y llaman al Monicuaco, al box, para iniciar la extracción. Como no estaba yo dentro con él, tendré que atenerme a su narración de los hechos: "el weón me metió un fierro culiao (extractor) a la boca y empezó a tironearme, y me hizo cagar, y cuando grité, me dijo parece que la anestesia no te tomó bien y ahí me puso otra inyección y me mandó a dar vueltas". Punkie amigo le dijo "compare, la anestesia nunca te va a tomar" así que con su mejor cara, Mono hizo tripas corazón y partió a la aventura del dolor. De nuevo en el box, Mono (quien a esa altura ya no sabía si el extractor había sido aunque sea lavado) abrió la boca y se dejó querer. El médico metió el extractor y le tironeó un rato, para luego mostrarle el maldito trofeo. Posterior a eso, ¿acaso creen que el hijo de su madre le dio algún intento de recomendación? ¿qué tal una recetita? ¿un "tómate un anti-inflamatorio, Perico"? ¡OLVÍDALO! Mono se fue como si nada.

Menos mal que yo ya cachaba los pasos a seguir.

El atado se me presenta con mi nuevo no-amigo adquirido en aquella ocasión, me refiero al punkie, y lo asumo como sujeto de muestra en este terrible caso... ¿en qué hemos mejorado? ¿por qué aparecen diciendo que hay atención para todos, siendo que lo que importa es la atención de calidad? ¿qué cagada y media dejaría Soledad Barría si le hicieran eso? (que es la ministra de salud al momento del cierre de esta edición, claro está)... no sé... no me gusta el extremismo, pero a veces una visita por el consultorio de turno te sirve para despavilar... me pregunto si los que están encargados de estos mismos irán a darse una vuelta.

Y para el dentista de turno de ese día: menos mal que quedó bien el Mono, de modo contrario te íbamos a ir a buscar para sacarte un par de muelas, cosa de que veai lo que es tener un trámite en el hocico, y no la dentadura que te enseñaron a trabajar.


Saludazos caballeras y damos!